XIX Trofeo McDonalds. Partido 8
Fran sufre otro centenariazo.
Seguro que todos estáis relacionando el titular de la crónica del octavo partido del XIX Trofeo McDonalds con aquella inolvidable final de la Copa del Rey en el Bernabeu en la que el Madrid celebró sus cien años de historia con una sonora derrota. Y es cierto que esa era mi idea inicial, hasta que descubrí que, no hace mucho, ya había dedicado otra crónica al centenariazo cuando David cayó derrotado en el que era su centésimo partido consecutivo.Una marca tan imponente como la que celebraba Fran en este mismo encuentro, nada menos que su partido número 500 desde que se situó bajo la portería de Filisifonsos aquel lejano 23 de Febrero de 2007, cuando formó parte de una alineación repleta de jugadores que ahora le deseaban la derrota. Como los ausentes Ramón y Nico, o los presentes Alberto o Carrillo (Pablo II por entonces) que aspiraban a lograr una victoria pimentonera que igualara el campeonato.
Como igualado estaba un encuentro que parecía condenado al empate. Cada gol telefónico era respondido de forma inmediata por los atacantes colorados, de tal forma que el periodo más largo en el que los prepaguianos fueron por delante en el marcador fue durante los dos minutos que duró el 3-2. Enseguida llegaría el 3-3 que supondría un pequeño punto de inflexión. El protagonista de la noche no estaba siendo relevante a la hora de evitar goles, y lo sería aún menos tras encajar el gol absurdo de la noche. Un balon largo de Ángel ante el que David agachaba la cabeza de forma repentina, y que acababa sorprendiendo a un Fran que poco después encajaba el 3-4.
Ahora eran los telefónicos los que tenían que demostrar que sabían jugar por debajo en el marcador y así lo hicieron. Hay que reconocer que resulta más fácil cuando tienes a Álvaro o a Andrés para golear, pero eso no quita mérito a que por dos veces restauraran la igualada. Y eso que los rojos se estaban jugando el todo por el todo usando portero-jugador pese a no ir perdiendo, algo que obligaba a Ángel a doblar su cuota de protagonismo. Como hizo primero asistiendo a Carrillo para el 4-5 que sería efímero ante la remontada oscura (6-5), luego convertiendose en un muro que evitó más goles rivales en lo que quedaba de encuentro, y por último con un disparo que su homólogo a duras penas pudo sacar de la raya de gol aunque de poco serviría. Alberto cazaba el rechace y lograba después otro gol que decidiría el encuentro y le reivindicaría como protagonista. Porque él, que disputaba su partido 400, sí que tuvo un centenario feliz gracias a ese 6-8 final.
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