filisifonsos

Un tricampeón imparable. "Es el último Lunes del mes de Julio, acabo de salir de trabajar, y encaro el camino hacia el coche bajo un calor abrasador. Por fortuna he aparcado a la sombra, gracias a lo cual el termómetro del vehículo marca “solo” 42 grados cuando son casi las ocho de la tarde. Cómo explicar a alguien ajeno a la competición que mi siguiente destino, como el de otros once descerebrados, es una pista de cemento en la que se va disputar un partido de fútbol sala. Y no uno cualquiera, sino el noveno duelo del XVIII Trofeo McDonalds, el último de la temporada, y el que puede dar el título a Los Prepago con un simple empate." ¿Un objetivo asequible? No, los telefónicos tenían claro que si querían lograrlo iban a tener que derramar unos cuantos litros de sudor y de buen juego, Lo primero es siempre obligado cuando el equipo de enfrente es la incansable escuadra pimentonera, y lo segundo iba a ser necesario teniendo en cuenta que los colorados se reforzaban con

Los Prepago no quieren aprobar en Septiembre. ¿Recordáis esa maravillosa sensación de aprobar todas las asignaturas en Julio? Mandar a paseo los libros durante dos meses, y olvidarse de repasar apuntes justo cuando todo el mundo parece de vacaciones, y cuando hasta levantar una ceja parece un esfuerzo. Pues ese plácido verano es el que querían lograr unos jugadores telefónicos que se presentaban a su penúltimo examen, el octavo partido del XVIII Trofeo McDonalds. En caso de superarlo con victoria, los prepaguianos tendrían el título a medio punto de distancia, pero para lograr esa victoria iban a tener que sudar mucho. Y no solo porque aquel iba a ser el partido más caluroso del año, sino porque los pimentoneros no solo no se arredraron por jugar una vez más sin guardameta, sino que incluso se adelantaron en el marcador. Fue un Nico que poco después volvería a marcar, en este caso para restablecer la igualdad en el encuentro (2-2). El duelo era aún un melón sin abrir porque si

Los Pimentones arden en el fuego prepaguiano. Por todo lo ocurrido dentro y fuera del terreno de juego, el séptimo partido del XVIII Trofeo McDonalds tiene ya asegurado un hueco en la estantería de los partidos inolvidables. Desgraciadamente en ese archivo el único registro que quedará será esta crónica que, hoy más que nunca, podría haberse escrito de diez maneras distintas según los ojos del jugador que la hubiera redactado. Pero menos es nada, así que empezaremos por la parte futbolística, la que plantearía menos discrepancias. Ahí se podría hablar de dos partes bien diferencias en juego y en resultados. En la primera de ellas Los Pimentones se hicieron dueños y señores del partido con una efectividad que rayaba la perfección. Por si no fuera suficiente que tres de los cuatro primeros disparos a puerta hubiesen acabado en gol, Fidel tenía la mala fortuna de establecer el 4 de 4 al automarcarse en su intento de despejar hacia atrás. Lo mejor no era el 0-4, sino la sensación

Un descenso al infierno. A lo largo del día en que se iba a disputar el sexto partido del XVIII Trofeo McDonalds los termómetros habían marcado los 40 grados a la sombra, así que por mucho que la temperatura hubiese descendido a la hora de inicio hasta los 34, existía la preocupación de que aquello pudiera convertirse en un infierno. Y esos temores se confirmaron, pero solo para uno de los equipos. Curiosamente ese equipo no fue el de Los Prepago, pese a que iba a jugar sin cambios, sino el de unos pimentoneros que sí que contaban con la posibilidad de pasar por la portería para reponer fuerzas. Pero daba igual. El problema no fueron las fuerzas. Ni tampoco la desventaja de no disponer de guardameta. Y es que nada hubiera salvado a unos jugadores rojos que cuajaron una de las peores actuaciones que se les recuerda en mucho tiempo. Desde el minuto uno los pimentoneros fueron superados por los rivales con una facilidad que les hacía parecer conos de carretera. O incluso peor, y