XVIII Trofeo McDonalds. Partido 2
Los Pimentones recuperan la fortaleza mental.
Haber conseguido solo cuatro victorias en diecinueve partidos es algo que acaba pasando factura incluso a equipos como Los Pimentones, uno de los más aguerridos que se recuerdan. Un grupo armado con una fe y agresividad poco frecuentes que les ayudaban a protagonizar remontadas que cualquier otra escuadra habría dado como imposibles, y que ahora afrontaba el segundo partido del XVIII Trofeo McDonalds en una situación anímica bastante distinta.Porque en los últimos tiempos Los Prepago parecían salir a jugar con las llaves del partido en el bolsillo, y con la tranquilidad de saber que, gota a gota, el duelo acabaría decantándose muy probablemente de su lado. Por eso cuando los telefónicos se adelantaban en el marcador sin apenas haber sufrido ningún ataque peligroso, quien más quien menos pensaba que aquello iba a ser otro día en la oficina. Y pese a que tras cada gol los colorados intentaban tatuarse en el cerebro el lema ‘no nos vayamos del partido’, parecía difícil que no lo hicieran con 3-0 en contra.
Porque además estaba siendo unos de los días de menor producción ofensiva de los colorados, pero aún les quedaba un arma por utilizar. Recuperar ese grito de guerra de los viejos tiempos, tras el cual se lanzaron como si no hubiera mañana a apretar a un rival que no acababa de saber qué estaba haciendo mal, pero al que le caían los goles como gota malaya. Ni siquiera cuando Ramón empotraba en la escuadra el tanto del empate fueron capaces de reaccionar unos incrédulos prepaguianos.
El 3-4 era cuestión de tiempo, y fue Nico el que ejecutaba una remontada que sin embargo quedaba muy lejana del final del partido. Ahora eran los blancos los que tenían que mostrar su fortaleza mental, y también mejorar su efectividad, porque su buen juego no se estaba traduciendo en goles. Fue David el que lograba un empate a cuatro que volvía a poner a prueba la moral pimentonera, que seguía estando por las nubes como demostró Kiko reventando las redes. Con 4-5 y pocos minutos por delante, los telefónicos se embarcaron en una ruleta rusa ofensiva que sonrió a un Fidel que, a la media vuelta, marcaba el definitivo y agridulce para ambos 5-5.
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