V Liga Sevale. Partido 4
El germen de una rivalidad.
Seamos sinceros. Antes de iniciarse el cuarto partido de la V Liga Sevale ninguno de nosotros habría calificado esta competición como excitante, emocionante, o interesante (vamos, que era un coñazo). Ya el anterior campeonato tuvo que ser finalizado de forma abrupta ante el poco interés provocado por la desigualdad de los equipos, o las cambiantes alineaciones repletas de jugadores poco habituales o incluso desconocidos (¿Carlos H?, ¿Toni?, ¿Ángel II? ¿Fadem?), algo que se repetiría al inicio de este campeonato que además se veía interrumpido por las fiestas de estas semanas o incluso suspendido en algún caso por falta de quórum (¿de qué?). La falta de identificación llegaba a tal extremo que los jugadores tenían que consultar antes del partido cual era su color de camiseta o quiénes eran sus compañeros de equipo, así que mas que un campeonato esto iba camino de volver a ser una simple sucesión de partidos.Pero este cuarto encuentro probablemente suponga un punto de inflexión (qué tópico le ha quedado), en primer lugar porque participaron casi al completo las alineaciones originales, y en segundo lugar porque fue igualado, disputado, y dejó un poso de revancha en el equipo perdedor (oiga, que el segundo también fue así, aunque usted no estuviera). Algo que ya se empezó a adivinar en el segundo partido de esta competición, en el que sumaron su único punto unos Frans & Company que si querían igualar el campeonato tenían que sacar al menos un empate en este.
Pero la palabra especular no se escuchó en su charla táctica, y los oscuros salieron de inicio como un huracán ante el cual Los Sin Nombre apenas podían intentar hacer algo que no resultara previsible para unos franeros que tenían la situación controlada, además de a un Francisco que anotaba cada vez que se dejaba caer por el área de Jose. Ante el 3-0 y la sensación de solvencia de su rival, probablemente más de un blanco pensara para sus adentros en la imposibilidad de remontar el duelo (diga que sí, que alguno me lo reconoció después). Sin embargo quedaba un mundo por delante y había que confiar en que una vez que se abriera la lata empezarían a caer los goles anónimos.
Y aunque suele ser el primero el más difícil, en este caso tuvo la fortuna Nico de que un pase defectuoso se convirtiera en el 3-1, y de paso activara el olfato goleador de un señor Miñarro que en tres nicadas llevó a cabo la remontada. Los oscuros habían seguido dando buenas sensaciones en este tiempo, pero sus llegadas habían acabado en disparos cada vez más lejanos ante los que Jose no sentía miedo, así que ahora les tocaba intentar algo nuevo si no querían perder. Aunque para qué hacerlo, si lo de antes podía funcionar. Y es que a Francisco aún le quedaba pólvora como para igualar de nuevo un partido que derivaba hacia la épica, sobre todo tras el toque de una bocina que dio pasos a unos frenéticos minutos finales en los que Los Sin Nombre hicieron valer su ventaja física y su mejor estado anímico para dar el golpe de gracia en un contraataque y, ante el ineficaz portero-jugador rival, marcar en la última jugada ese 6-4 definitivo que puede ser el germen de una rivalidad. (¡Al fin!)
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