X Trofeo McDonalds. Partido 7
¿Qué hay que hacer para meter un gol?
Mirar al cielo, desesperarse, maldecir, aplaudir para intentar dar ánimos, bajar la vista, sonreir mientras niegas con la cabeza, indignarse, echarse las manos a la cara... Uno nunca sabe de cual de estas formas va a reaccionar cuando él, o su compañero, desaprovecha esa ocasión de gol que parecía tan propicia. Y hay días, como en el séptimo partido del X Trofeo McDonalds, en que un jugador tiene ocasión de experimentar no una, sino todas y cada una de estas sensaciones, hasta acabar desembocando en esa pregunta-exclamación que titula esta crónica.Y no hablamos de un jugador en concreto con un mal día, sino de algo general en ambos equipos. De hecho fue el partido de 60 minutos con menos goles de toda la historia (junto con otro disputado en Marzo). Un triste promedio de un gol cada 20 minutos que en realidad esconde uno de los mejores duelos disputados este año, que si no acabó en goleada fue porque los porteros rozaron la perfección, quizá debido a que el 28 de Octubre se celebra San Judas Tadeo, santo de las causas difíciles y desesperadas.
Justo la situación en la que se encontraba la portería prepaguiana en los primeros minutos. El afán ofensivo de los azules, y ciertas dificultades a la hora de pasarse la pelota, provocaban que el área de Fran vivíera situaciones difíciles y desesperadas como tres contra uno. Pero la pelota no quería entrar, lo que a su vez daba lugar a contraataques que Jose también se apañaba en repeler. Hasta que, muchos minutos (y ocasiones) después, David lograba un gol que parecía valer su peso en oro, y que convertía cualquier intento de explicación en vano.
Porque poco después, en un contraataque, llegaría el 0-2 de Carlos que ni el telefónico más acérrimo podría considerar justo. Y es que Los Pimentones estaban cuajando un partido soberbio, pero acababan siempre encontrando un pie, un dedo, una pierna, una uña, o un poste, que evitaba el gol. Los Prepago seguían atacando, quizá demasiado alegremente para ir ganando, hasta que Nico rompió el muro azul y Fidel y compañia decidieron arriesgar menos y construir otro muro más cercano a su guardameta. Éste lo agradeció echando el cerrojo hasta con el culo, y San Judas Tadeo hizo el resto consiguiendo que todos y cada uno de los despejes o rebotes (como aquel tiro de Felipe con la trayectoria Fran-poste-Fran-poste-Fran) favoreciera a unos telefónicos que sólo hubieran necesitado convertir uno de sus muchos contraataques para cerrar el duelo. Pero también era el patrón de un Jose que, igualmente, blindó sus redes y mantuvo a sus compañeros vivos aunque preguntándose hasta el pitido final: '¿Qué hay que hacer para meter un gol?'