IX Trofeo McDonalds. Partido 8
Los Pimentones consiguen una bola extra.
"Pedir con insistencia a tu padre una moneda de 5 duros rozando la impertinencia si es necesario. Dirigirte con tu preciado botín hacia ese enorme armatoste de cuatro patas que emite todo tipo de luces y sonidos hasta situarte frente a su ranura. Colocar tus manos a un lado y otro de la máquina y tirar hacia atrás del lanzador que pondrá en juego la primera bola. Ser consciente de que durante los próximos segundos, con suerte minutos, tú serás el centro de atención y todos tus sentidos se concentrarán en impedir que esa esfera metálica que no para de rebotar se escape del pinball. Una misión en la que antes o después fracasarás, pero que no abandonarás cuando tu última bola se esfume por la parte inferior del tablero. Permanecerás ahí, expectante, porque el pinball aún puede darte una última satisfacción, la bola extra. Te tocará rezar para que esa ruleta de números del 0 al 9 se detenga justo en el que necesitas para seguir jugando, una satisfacción casi tan grande como batir tu record."Y, volviendo al presente, una satisfacción casi tan grande como ganar un campeonato fue la que sintieron los miembros de Los Pimentones tras el octavo partido del IX Trofeo McDonalds. Su bola extra llegó en apenas dos minutos, los que transformaron el 2-4 que les dejaba sin título en un 4-4, con gol de Nico en la última jugada, que permite a los rojos mantenerse con vida en el campeonato.
Y que no se me echen encima los ultras pimentoneros porque efectivamente, pese a que hemos dicho que la fortuna les sonrió en esos últimos instantes, bien es cierto que si hubo un equipo que mereció vencer fueron ellos. De hecho justo antes de que Álvaro en la última jugada la liará parda mezclando acido clorhidríco y sultato de cloro (perdiendo el balón ante Nico, vamos), ya tuvo Fidel que sacar bajo palos el que iba a ser gol del empate. Lo extraño es que pese a dar la sensación de tener las ideas más claras durante los 60 minutos, en ningún momento fueron capaces de ponerse por delante en el marcador, lo que quizá habría sido decisivo.
Así que a los azules al menos hay que reconocerles el mérito de haber liderado siempre, y también el de haber demostrado su habilidad en el pinball, porque los dos goles que, tras el 2-2, casi sentenciaron el partido, fueron rebotes dignos de máquina de petacos, sobre todo el de Kike a la salida de un corner. Los telefónicos más pesimistas se lamentan ahora de no haber aprovechado esa fortuna y de haber encajado los cuatro goles en perdidas de balón. Los más optimistas piensan que si jugando así de "regular" han empatado, el próximo Lunes no van a tener problema en lograr otro empate que les dará el título.
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