VII Trofeo McDonalds. Partido 5
Si lo sé, no vengo.
En los últimos tiempos Jordi Hurtado se ha unido a ese universo de leyendas urbanas televisivas del que forman parte el perro y la niña de la mermelada (con Ricky Martin en el armario), la muerte por sobredosis de Steve Urkel, o Marilyn Manson de niño interpretando al amigo del protagonista en 'Aquellos Maravillosos años'. El rumor que circula por internet afirma que Jordi realmente murió hace años, pero que antes de hacerlo dejo grabadas innumerables preguntas y respuestas que se van emitiendo a diario en Saber y Ganar, siendo ese el motivo por el que no envejece y no comparte plano con nadie en los 15 años que se lleva emitiendo el concurso.Sin embargo hay otra teoría mucho más veraz que afirma que realmente es un robot (lo que explicaría aquel día en que se desprogramó y se puso a rapear) y que queda demostrada porque no son 15, sino 30 los años que el robot lleva activo. Ya en 1985 comenzó a presentar un concurso llamado 'Si lo sé, no vengo', y es aquí, al fin, donde queda enlazado Jordi con este quinto partido del VII Trofeo McDonalds, partido del que este cronista se perdió casi la mitad (de hay la larga entradilla para rellenar) y que describe lo que sintió el hombre (Fran, no Jordi) tras su llegada.
Porque aunque su aparición en escena fue estelar, sacando a los 10 segundos de su entrada en pista una mano a un Alberto que ni siquiera se había percatado de que ya había portero, no se puede decir que fuera salvadora. Pero es que su equipo no estaba teniendo ninguna necesidad de ser salvado, ya que pese a no contar con guardameta, Ángel había neutralizado el tanto de Felipe, y sólo el gol de Nico había dado a los pimentones una leve ventaja (1-2).
Y aunque durante los siguiente minutos el marcador se mantuvo inalterado, paradójicamente el hecho de tener portero arruinó a los telefónicos. O más bien el hecho de que el equipo contrario también lo tuviera. Porque aunque se preveía que no fuera así por la ausencia de Jose, Ramón, nuestro Jorge Mendes particular, tiró de cartera de futbolistas para incorporar a un arquero de tal calidad que acabó desesperando a Álvaro y compañía. Y así, como un bizcocho que no sale bien, la escuadra azul se hundió y se convirtió en merienda para unos Nico y compañía que lo devoraron en apenas cinco minutos a base de combinaciones eléctricas (1-7), convirtiendo los minutos finales en una celebración roja.
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