III Torneo Modaba. Partido 8

Comer, correr, empatar

Después de aproximadamente 200 crónicas redactadas, para una vez que tengo la oportunidad de intextualizar como Ana Rosa Quintana, sería de inútiles no aprovechar la parrafada que se marcó David antes del partido, relatando cómo fue para él la noche previa al octavo partido del III Torneo Modaba, y colarla como crónica. Aquí la tenéis...

"No preocuparos, como dijo en su día un chico con el que mantengo una relación paternofilial, ya que he llegado a un punto en que no difiero entre ser yo el padre o ser el hijo, pero como iba diciendo no preocuparos que esta noche juego aunque mermado físicamente debido a una indigestión sufrida a altas horas de la madrugada en la que los cánticos de los grillos a través de la ventana atenuaron con su melodía las condiciones de tormento al que mi estómago sometió a mi espíritu. Pero no divaguemos e induzcamos qué produjo tal situación intempestiva de desasosiego estomacal. Anoche, como tantas noches anodinas, salgo a cenar a un bufet con tal predisposición de arrasar con el mismo debido a mi escasa comprensión a la hora de enjuiciar lo que se paga con respecto a lo que uno pueda llegar a ingerir que llegué al postre con un surtido ya en el cuerpo de alimento tipo “fritanga” de tal magnitud que el botón del pantalón pidió tal tregua que no tuve más remedio que complacerla a ella y al promontorio de mi estómago en el que se estaba convirtiendo, así que imagínense el postre, cinco profiteroles a la salsa de sirope de chocolate con una flan para rematar la faena. Puestos a revertir la situación, pedí cómo el náufrago que atisba un barco en la lejanía, un chupito de mora con alcohol para atenuar los efectos que ya de manera premonitoria empezaban a revolotear por mi cabeza. El chupito llegó, la avidez de mis manos a su encuentro fue evidente, el chupito me miró con la templanza del sabedor de su destino, y en ese momento en el que el chupito iba a ejercer de sucedáneo de un almax la camarera me sonríe y expone que no tenía con alcohol, instante en el que miró al chupito con escasa galantería pero que ejerzo como tal al ingerirlo de un solo trago. Llegar a casa fue rutinario, salvo el consabido esfuerzo que mi estómago ejercía para aplacar las embestidas del paso de comida que por él debían transitar, me metí en la cama y con la candidez del que se sabe a salvo de este mundo apagué la luz con la determinación de pasar una noche a salvo entre mis sábanas al refugio de la oscuridad.

4 de la mañana, sueño con Iniesta metiendo un gol de vaselina desde el centro del campo, momento en el que mi estómago ejerce un SOS irrefrenable, acudo raudo al depositario y muchas veces salvador de lo execrable de nuestro organismo, ejerzo un vomitar sin paliativos, acudo al sofá con la intención de calmar mi agitación nocturna, observo a mi gato que mi mira, yo le miro a él, éste maúlla con la pretensión inequívoca de solicitar comida, yo maldigo mi estampa, me acerco a la cocina a por el alimento, abro la bolsa, maldigo el olor a whiskas y mi estómago como respuesta a lo inadecuado de la situación para con el olor a comida de gato en estos momentos de difícil asimilación alimenticia, me envía sin escrúpulos literalmente con la cabeza al retrete y a ejercitar por última vez una vomitera de recuerdos ingratos pero de impacto recuerdo. 5 de la mañana, me acerco cauteloso a la cama con la lección aprendida, la vida nos derrota, no estamos a salvo, nuestros actos tienen consecuencias. Apago la luz, miro al techo, y pienso en la mala hora que decidí ir al bufet. Bueno chavales, que esta noche juego porque me he levantado mejor, así que nos vemos a las 10, besos."

Y así, pocas horas después, y a pesar de que el suceso pareció afectar a la pólvora del Capitán Araña, se disputó un partido de calidad que los futuristas de Edu dominaron hasta que los energéticos de Jesús mejoraron su efectividad cara a puerta y remontaron. El regalo de Fran supuso el 4-4 que sería definitivo y que deja el campeonato más cerca para los azules (35-41).

Incidencias.

Partido disputado el 7 de Octubre de 2011 a las 10 de la noche en la pista 13 del Barnés. La previa del partido supuso el reencuentro con el hombre que dio sentido a la expresión "viva el vino" en nuestros partidos. Ese Ángel que prácticamente llevaba dos años sin jugar, y que fue reclutado por el potador David, que sumados al cuasi-potador Fidel, y al medio cojo Fran, no hacían presagiar nada halagüeño para los azules. Sin embargo no les fue mal, ya que de hecho los que acabaron peor fueron los futuristas. Nico, con un tirón en los instantes finales, emuló de nuevo a Poli Rincón y provocó involuntariamente la suspensión del partido (con la consiguiente rajada de Ángel sobre la competición que disputamos), y la pachanga posterior apenas duró unos minutos ya que el aterrizaje de Edu contra el suelo le dejó también en malas condiciones. Sobre el despelote a la hora de pagar en la ventana de la conserjería hablamos otro día, pero puede resumirse en un hombre tranquilo que para pagar 1.5 euros saca un billete de 20, otro hombre quemado por que la gente eche dinero en su mochila (en la que sin embargo lleva unas gafas de bucear), el hermano de éste incapaz de calcular el cambio de forma correcta, otra persona no motorizada que no aporta nada a la situación excepto indicar que se han caído 10 centimos, y una pareja (de hombres) que aprovechan su reencuentro para imaginamos que ponerse al día y por supuesto rajar de todo y de todos. Es lo que ocurre cuando se junta el hambre con las ganas de comer, y nunca mejor dicho...